Blogia
.:: Lokeros Anónimos ::.

Mantén los puños bajos (fábula oriental)

Mantén los puños bajos (fábula oriental) Como era usual en la época feudal, un comerciante de pescado llamado Seishio había pedido un préstamo importante a un samurai local, Tokichi Satsuma, del clan de los Satsuma que controlaba parte de la isla tras la última invasión japonesa. En el momento del vencimiento del plazo acordado la pesca del lugar había atravesadouna mala racha, y Seishio estaba prácticamente arruinado, le era imposible devolver el dinero prestado.
Una soleada mañana Tokichi desmontó de su caballo a la entrada de la casa del comerciante y, tras los saludos de rigor, le reclamó la suma y los intereses. Seishio le contó todas sus desgracias financieras y le pidió que aplazara el cobro de la deuda unos meses mas, cuando la situación hubiera mejorado. Mientras el comerciante se deshacía en disculpas, Tokichi sentía como le subía la cólera por momentos y , cuando ya estaba rojo de furia, echó la mano a la empuñadura de su katana dispuesto a desenfundarla y a lavar la afrenta con sangre. Seishio logró mantener la calma y tuvo la ocurrencia de inventarse y exclamar en voz alta el dicho "cuando sientas subir la cólera, mantén los puños bajos". Esto hizo dudar al samurai que dejó la katana a medio-desenfundar; momento que aprovechó el comerciante para razonar con el guerrero insistiendo en que la devolución de la deuda no era mas que cuestión de tiempo y que, si en cambio le mataba, nunca podría devolvérsele, además de los problemas que tendría con la ley para justificar el asesinato.
Tokichi, que aunque temperamental como todo samurai, tenía un alma noble, se avino a razones y volvió a enfundar la katana fijando con el comerciante una nueva fecha de devolución. Ambos se despidieron amistosamente.
El samurai, tras abandonar la casa del comerciante decidió regresar directamente a su casa. Su idea primera era la de quedarse en el pueblo para adquirir con el dinero de la deudamercanciás y telas pero, al no haber cobrado nada, cogió el mismo camino por el que había venido. No llegó a su casa hasta bien entrada la noche y, como no esperaban su vuelta hasta el dia siguiente, no tenía cena preparada; el cansancio pudo con el hambre, por lo que decidió meterse directamente en la cama.
Cual fue su sorpresa cuando, al introducirse silenciosamente en su habitación, descubrió dos bultos en la cama de la que sobresalían la cabeza de su mujer y otra cabeza, la de un extraño ¡Su mujer le era infiel mientras viajaba! Tokichi se sintió ultrajado y echó mano a la katana dispuesto a hacer una masacre. Pero, cuando la katana estaba medio desenfundada, recordó de pronto el dicho del comerciante: "cuando sientas subir la cólera, mantén los puños bajos". Volvió a enfundar el arma y respiró profunda y ruidosamente. Ambos durmientes se despertaron y le miraron. Tokichi no podía creer lo que estaba viendo: ¡La cabeza que se giró al lado de la de su mujer no era otra que la de su propia madre! En efecto, para engañar e intimidar a posibles intrusos nocturnos que pudieran asaltar la casa mientras el guerrero estaba fuera, su madre solía disfrazarse de hombre y dormir junto a su esposa. Tokichi cayó de rodillas agradeciendo mil veces al comerciante su sabio consejo ¡había salvado a su amada madre y a su inocente mujer de ser decapitadas!
Meses despues, Tokichi y Seishio se volvieron a encontrar para resultar la deuda. El comerciante había tenido una buena temporada y ya tenía dinero en abundancia pero, cuando fue a pagar al samurai, este no quiso aceptar la suma. Le explicó que el que estaba en deuda era él pues su sabiduría había salvado a su familia y a su felicidad. Como el comerciante insistía en saldar la deuda, Tokichi decidió no cobrarle los intereses. Nació además una buena amistad.

2 comentarios

Raquel -

Prelistada en el directorio de Bitacoras.com :)

Puedes añadir una descripción haciendo click en "Añadir bitácora".

Gracias :)

Ineiah -

Estos japoneses, qué curiosos son... :)